La novela de la Patagonia, de carácter autobiográfico, es un importante testimonio de la vida de los pioneros entre 1915 y finales de los años 1920 en la Patagonia argentina, en Neuquén, en parajes desolados como Chichiguau , Sañi-co y Buta Ranquil.
Ese es el marco de las andanzas y desventuras de Germán, un joven del linaje del Quijote que aspira a la fama literaria pero debe desempeñarse como tenedor de libros y almacenero para ganarse la vida. La ignorancia, la codicia, las pasiones, la corrupción, pero también el espíritu de sacrificio, el coraje y las manos amigas tienen lugar en los encuentros con comerciantes, policías, bandoleros e indígenas en esos lugares donde «cada uno debía valerse por sus propios medios«.
Prieto del Egido, además de relatar vivencias, expone las costumbres sociales y religiosas de los araucanos. De avanzada en más de un sentido -el mismo título parece aggiornado– el autor se pone del lado de los indígenas y critica las campañas de exterminio habidas en la Patagonia, para favorecer a unos pocos. También critica los modos de la autoridad, desde la privilegiada posición de insider: como amanuense de un Juez de Paz y como socio comercial de un comisario. Desnuda las formas de parasitismo social, que terminan devorando a su personaje, y la dejadez de un gobierno que dirige los asuntos de la Patagonia desde los escritorios de Buenos Aires.
Barcos, en el prólogo, señala que esta novela descriptiva y documental «da a los argentinos una lección intuitiva de la geografía humana de la Patagonia» y que no sería una obra efímera. A la distancia mantiene toda su frescura testimonial, aunque haya caído en un injusto olvido.